viernes, 26 de octubre de 2012

Vivir Con Dignidad

Siempre he pensado que la dignidad es la sonrisa de un niño que pasa hambre en un poblado africano, su capacidad de reír, y de vivir en el presente, a pesar de todo. Dignidad es la capacidad de conectar con el Amor en cualquier circunstancia, olvidar el repetitivo discurso de nuestra historia personal, abandonar la infantil necesidad de que se nos mire y reconozca, y deshacer nuestro "yo" en la pura alegría de estar vivos. Eso, para mí, es dignidad.

En el tiempo de la cultura del miedo, donde las buenas noticias no son contadas, creo que es interesante escuchar a Sesha (Iván Oliveros) hablar desde la perspectiva de la Filosofía Vedanta de lo que es Vivir con dignidad. Os invito:


Vivir con dignidad es magnificar los instantes, no los recuerdos
~ Sesha                                                                                    
Gracias por seguir ahí :)

lunes, 10 de septiembre de 2012

Amigo Toro


Algún día, cuando todos los humanos recuperemos la capacidad de escuchar a nuestros corazones, recuperaremos nuestra integridad y el mundo será diferente.
Esta es la historia de un hombre que escuchó a su corazón y salvó a un toro que hoy, como puede suceder con cualquier animal, se ha convertido en su amigo fiel, en su compañero:



Siempre he pensado que el día que todos tengamos la capacidad de mirar a los ojos a un animal y comprender la vida en su mirada, es que todo lo demás irá bien. Sueño con el día que comprendamos que somos parte de la Tierra y no sus dueños, y tratemos con respeto a la Vida en cualquiera de sus manifestaciones. No es un sueño tan inalcanzable, porque eso ya sucedió. Ya fuimos así. Sólo se nos olvidó.
Por último, añadir que hace años que soy vegetariana por mil razones, pero entre ellas fue decisiva la respuesta a una pregunta que me hice a mí misma: ¿qué diferencia hay entre mi perro y un cerdo, o una vaca? ¿dónde pongo el límite de inteligencia para comerme a unos sí y otros no? Decidí no comerme ninguno. No pretendo convencer a nadie, ni lo he hecho nunca; razones y justificaciones (morales, éticas, ecológicas, sanitarias y de todo tipo) para el vegetarianismo podéis encontrar muchas en cualquier web dedicada al tema. Sí, en cambio, hablo de mi experiencia personal, y puedo contar que duermo fenomenal, no me cojo un catarro desde hace tres años y que mi corazón late tranquilo. Eso es todo. Para mí es mucho.


(video subido por zthae via Centro Nagual)

sábado, 25 de agosto de 2012

El Club De Los Poetas Muertos (Peter Weir, 1989)

Leer a Walt Whitman es entrar de golpe y de una de las maneras más bellas en la más profunda sabiduría de todos los tiempos que hoy siguen guardando el Yoga, el Tantra, el Vedanta o el Budismo. Su cita clave en El Club De Los Poetas Muertos, y el propio nombre de la película, no son casuales: si hubo un poeta estadounidense que supo transmitir la profundidad de la vida, fue él.
Las referencias a la muerte como consejera son típicas de la filosofía oriental, del chamanismo más puro, y de todas aquellas culturas que –a diferencia de la nuestra- han comprendido que la muerte es parte de la vida y no hacen de esa parte su tabú. “Si dudas, pregúntale a la muerte”, decía Mariano Alameda hace poco en un curso en el Centro Nagual. ¿Qué te diría ella?
Y es que de eso va El Club de los Poetas Muertos, tan bella, tan fuerte y en el fondo tan sencilla a la vez: Carpe Diem… “aprovecha el momento”. Siempre es bueno recordarlo.

Tuve la suerte de ser una preadolescente cuando la vi en el cine. Después la volví a ver incontables veces en casa. Sé que aún sin entender entonces toda su riqueza, cambió mis esquemas. Hoy lo sigue haciendo, porque nuestra cultura nos hace tender a olvidar que el presente es nuestro regalo... no lo dejemos escapar.

(Video subido por: discobolo)

martes, 31 de julio de 2012

Amor

La época estival es un periodo típico de amor, expansión y belleza. Tres características que son inseparables. El amor real es expansivo, y bello. El amor que sufre, que disminuye, que llora… es el amor filtrado por el ego y las carencias que erróneamente  creemos poseer, es el amor filtrado por la sensación de estar separados de todo lo demás y el miedo a no ser suficiente.
Con el malinterpretado mito de la media naranja muchas personas piensan que deben encontrar su otra mitad para ser completos. Eso no es posible, porque cada uno de nosotros es un ser completo en sí mismo. Ocurre que la formación del ego nos lleva a pensar que hay algo malo en nosotros, generando vacíos que pretendemos desde bien temprano que llenen otras personas. Así se generan apegos que como todo apego sólo llevan al sufrimiento. Se generan los “te necesito” y los “no estabas cuando yo te necesitaba”… Dos caras de la misma moneda del sentimiento de separación egoico. Nadie puede colmar tus necesidades, sencillamente porque –aunque no lo creas- no son reales. Todo está dentro de ti, no hay separación. Ésa es otra de las cosas que te permite experimentar el yoga y la meditación. Experimentar, digo, no creer. Y entonces todo cambia.
Hace poco dos alumnas de yoga, al final de una clase, pudieron experimentar por primera vez la dicha que se oculta tras el yo, tras el ego, tras todo lo que creemos ser, y que constituye uno de los primeros estadíos de la practica meditativa. Me decían que sonreían sin querer y que querían reír a carcajadas sin motivo alguno; una de ellas me preguntaba muy sorprendida por qué esto está tan oculto en nuestra sociedad. No lo sé, supongo que una maquinaria social basada en el consumismo necesita de la creencia en las carencias personales. No siempre fue así. Existieron lo que llamamos las “culturas pre-caída”, donde las cosas eran diferentes, donde se comprendían mucho mejor la vida y el amor.
Y es que el amor está mucho más allá de nuestro ego. El amor Es. El amor es lo que somos, o, para empezar, somos un potencial infinito del mismo, como diría Antonio Blay. No necesitas lo que ya eres. Cuando comprendes esto realmente el amor es expansivo, realmente el amor es la Vida. Cuando comprendes que lo eres todo, y sientes la belleza en ti, lo único que quieres es compartirla. Así, entre dos personas que sean conscientes de esto, nacen las relaciones personales sanas, así nacen las relaciones que no hacen sufrir. Porque sufrir no es amar. Sufrir es sólo apego. El apego es necesidad de que el otro se comporte como yo espero, como yo quiero, como yo creo que necesito.  
Una relación sana es aquella que hace crecer a dos personas libres. Una relación sana es la que comparte felicidad, la que no exige, la que acepta las decisiones del otro sin juzgar, porque no hay otra necesidad que la de Ser. Cuando dos personas fluyen de esta manera en lo que ambas son, en el amor real… la vida y su belleza fluyen con ellas, porque no puede ser de otra manera… lo cierto es que la vida es... puro amor.
(Imagen: Victor Habbick en FreeDigitalPhotos.net)
NOTA: Hemos alcanzado las 11000 visitas en el blog a pesar de que últimamente he dedicado mi energía a otros proyectos y no he compartido cosillas por aquí :) Muchísimas gracias!!!


viernes, 6 de abril de 2012

Los chicos no lloran (Miguel Bosé, 1990)

Vivimos en una sociedad que ha despreciado una de las expresiones más liberadoras de las emociones humanas: el llanto. Llorar y reír son dos sabias expresiones del cuerpo que lo sanan bioquímicamente, lo calman si es necesario, reducen la presión de una emoción dejando que aflore, para que no se estanque. Y es que una simple emoción puede romper todo el frágil equilibrio homeostático de nuestro organismo, pero su expresión fluida mediante una carcajada, una lágrima o quizás tan sólo una palabra pueden recuperarlo en el instante. Sin embargo, parece ser que vivimos en una sociedad de “fuertes”, donde está mal visto llorar, peor que te vean hacerlo… Y así vamos machacando nuestro cuerpo, llenándolo de tensiones y sobreexponiéndolo a una química alterada por un cerebro que sabiamente suelta sus neurotransmisores para indicarte mediante un nudo en la garganta, un dolor en el pecho o un vuelco del estómago que es el momento de procesar un sentimiento… negándonos a ello. Bonito desprecio a la sabiduría de la vida. ¿Lo peor? Que nos acostumbramos a esa química y pensamos que es la normal. No, no lo es, sólo que el cuerpo se adapta, bloquea el diafragma, tensa los músculos del cuello o se encorva al andar, con efecto acumulativo, hasta que esos patrones se fijan en tu memoria corporal.
10 sesiones de “Rebirthing”, 10, me costó a mí reconciliarme con mis lágrimas, aceptarlas, sanarlas. Me trajeron recuerdos que había procesado con la mente pero cuyas emociones no había dejado fluir a través del cuerpo. Allí estaban mis lágrimas, esperando a ser lloradas. Y al fin las lloré… y mientras, observaba cómo al hacerlo perdían su poder. Aquellas emociones no procesadas consumían mis energías porque ya era un hábito inconsciente retenerlas ahí; después de tantos años había olvidado que aquello no formaba parte de mí, que no tenía que esforzarme por retenerlo… lo hacía día a día, momento a momento, sin darme cuenta, y eso me agotaba. Habría bastando con llorarlo en su día, pero no lo hice, porque yo era fuerte, o porque más bien era tan débil que no podía enfrentarme a ellas... era pequeña, o quizás no tanto.
Porque así es, los fuertes son los que asumen todas sus emociones, sus contradicciones, las miran a la cara y dejan que salgan, y entonces las emociones se marchan, y ell@s siguen adelante con la frescura de cada amanecer.

Tenemos un maravilloso cuerpo al servicio de nuestra vida emocional, nos ayuda a expresar, a guardar, a reír, a soñar, a experimentar toda la intensidad de quienes quienes somos, parte de la Vida que late en todo lugar, que es mucho más rica y más inmensa de lo que podemos llegar a comprender con nuestras mentes. Dale espacio a tu cuerpo, a tus emociones, ríe, llora y sobre todo, deja que los niños lloren, porque ellos no tienen otra forma de expresar su frustración, su dolor, su impotencia ante un mundo grande sobre el que no tienen control alguno. Hemos idealizado nuestra propia infancia y se nos olvida que ser niño y no tener control sobre tu vida no es nada fácil. Ojalá algún día nadie diga eso de “los chicos no lloran”, ni ninguna de sus variantes femeninas como “te pones fea cuando lloras”. Cuántos problemas nos ahorraríamos de adultos…cuántos.
Ahí va el genial dueto Bosé-Summers del álbum "Papito" de Miguel Bosé:

Video subido por ierogamos

miércoles, 11 de enero de 2012

Respetar



Hoy en día, afortunadamente, se habla mucho de respeto. De asumir opiniones y actuaciones ajenas aunque no se compartan. Bueno, está fenomenal eso, pero sería aún mejor si por dentro de cada persona, el respeto fuese real y –realmente, valga la redundancia- no supusiese un problema. Sin embargo en muchas ocasiones lo es, sobre todo cuando de relaciones personales se trata.
Todos estamos llenos de carencias infantiles. Por más que se idealice la infancia es un período realmente duro, donde sentir la incomprensión de los que te rodean es algo que forma parte del día a día de un niño: en casa, en el colegio, en la calle. Se compensa por la inmensa capacidad de vivir en el presente y seguir adelante que poseemos de niños. Pero, en mayor o menor medida, todo el mundo sufre de pequeño, y va generando su inconsciente, ese lugar donde entierra aquellas cosas que duelen demasiado para ser toleradas conscientemente. Es en ese lugar de nuestra mente donde se registran nuestras carencias. Y en ese lugar nos quedamos siendo niños lastimados. Por eso, de mayores a veces nos comportamos como niños heridos y exigimos lo que nos faltó a quien no tiene por qué dárnoslo, entre otras cosas porque ese alguien también tiene su universo complejo dentro de sí. Como dijo Platón: "todo el mundo con quien te encuentres está librando una gran batalla". Y podemos añadir que es a dos niveles: consciente e inconsciente.  
Una vez situados lo único que nos queda es crecer interiormente, superar lo que en su día no teníamos capacidad de superar, porque hoy, como adultos, tenemos herramientas. Y si no lo superamos, va generando embrollos continuos con aquellos a quienes más queremos. Cómo hacerlo: yoga y meditación, psicoterapia, rebirthing… hay mil maneras, cada uno debe encontrar la suya. Lo importante es buscarla.
A medida que nos vayamos convirtiendo en adultos reales, que hayamos sanado al niño lastimado que llevábamos dentro, sabremos lo que es el respeto más profundo. Sabremos lo que es dejar que cada uno tome sus decisiones con plena libertad. Y dar plena libertad es quitarnos de en medio. Una decisión ajena te puede gustar, no gustar, encantar, doler o hacerte llorar. Pero por más duro que resulte leerlo, ése es tu problema: llora, ríe, deja que tu cuerpo responda, pero acepta lo que hay, comparte lo que puedas compartir, habla lo que sea oportuno y vete si no te compensa; sea como sea,  en ningún caso pretendas influir en las decisiones ajenas, porque entonces estarás poniendo condiciones a la libertad del otro. Esa libertad no será real, y esa relación tampoco, estará condicionada por un niño dolido en tu interior.
Una relación sana es aquella que hace crecer a quienes la componen. Lo demás, es disfuncional. Una relación sana lleva por delante un “tranquil@, haz lo que necesites hacer” mientras que quien escucha estas palabras sabe que tú también vas a hacer lo que necesites. Ésa es la verdadera comprensión del otro. Créeme que las relaciones –del tipo que sean- entre dos personas realmente libres, están llenas de amor. Porque el amor es un flujo y las cosas fluyen cuando no hay barreras.  Asume la responsabilidad de tu actitud, ejerce tu libertad interior y… déjalo fluir.

lunes, 9 de enero de 2012

Comenzar

¿Puedes coger lápiz y papel y hacer una lista con las cosas por las que estás agradecid@? Hazla ahora si puedes, antes de seguir leyendo… En pocos minutos, verás como tu estado de ánimo cambia, y comienzas a sentirte mejor ¿verdad? Has movido el enfoque hacia tu sensación de plenitud. Es un muy buen ejercicio para afrontar nuevos periodos y nuevos retos. Yo procuro hacer una lista mental cada mañana al despertar, eso me espabila más que cualquier café y me llena de energía para afrontar el día. Después, trato de estar atenta a los pequeños detalles que llenan mi universo.
Vivimos en una sociedad que nos bombardea continuamente con mensajes de carencia, aprovechando nuestra sensación de vacío para vendernos cosas y eso nos ha acostumbrado a ir por la vida mirando lo que nos falta. Es una forma triste de enfrentar cada día. Y además, bastante sesgada. Si emprendes una búsqueda interior, pasearás por intrincados laberintos, extraordinarios senderos en el bosque, valles cubiertos de nieve, inmensos desiertos, relajantes playas; navegarás por bellos lagos, ríos y mares, y volarás por las estrellas… Como dicen los yoguis más sabios, comprenderás que el mundo entero está dentro de ti. Si pruebas a caminar desde la sensación de plenitud que te otorgan los pequeños gestos de agradecimiento, como la lista de este post, verás que tus pasos son más seguros, más claros y menos manipulables. Y que la vida está llena de belleza y de magia, allá donde la mires.
Por eso no puedo sino aplicarme el cuento y comenzar el año dando las gracias: por esas 7000 visitas al blog, por todos los comentarios, por los mails, las llamadas, las recomendaciones, los “retweets” y “posteos” en redes sociales… Gracias a toda la gente que enseñó y que me enseña lo bello de la vida… porque yo, lo único que hago, es tratar de compartir lo que voy aprendiendo. J Danzando con el Universo  cumplió su primer año en la red: muchas, muchas gracias por el valioso tiempo que dedicáis a bailar conmigo.
(Imagen: nuttakit)
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